
La zona de aparcamiento está junto al campo de futbol, pero al otro lado del cauce der rio. Su coordenadas son: N 39º 27' 30'' W 3º 36' 43''
Es un aparcamiento sobre tierra, nivelado, desde donde se ven el castillo y los molinos de viento.
De alli nos fuimos a visitar el castillo y aparcamos a los pies del mismo, en las coordenadas N 39º 27' 08'' y W 3º 36' 27''.
Visitamos el castillo, amenizado por una formidable representación teatral donde, entre toques de humor nos contaron un retazo de la historia de que vivieron aquellos muros.
Parece ser que el mas interesante es el que alberga a la oficina de Turismo. Me llamó la atención las vigas que sostenían el artilugio (verdaderos troncos de árboles) y los engranajes de madera.
Cuando ya anochecía tomamos unas instantáneas mas de la iglesia que estaba junto al aparcamiento, de la entrada a la plaza y de ésta.
No encontramos al Conde que, además, había dejado cerrado el castillo. Lo que si vimos fue la iglesia del pueblo con una bonitas ventanas.
La señora que regentaba el bar nos facilitó la entrada al museo arqueológico donde guardan piedras talladas de la época visigoda. Una de ellas databa del siglo I.
Luego nos llevó a ver la iglesia que incluia algún resto visigodo y un artesonado mozárabe descubierto no hace mucho tiempo al retirar el falso techo que lo cubria de la vista.
El lugar se llama Ermita de Santa María de Melque. Se trata de una iglesia en medio del campo a la que se accede por una estrecha carretera en no muy buen estado. Sus coordenadas son N 39º 45' 02'' y W 4º 22' 24''. Tiene una esplanada de tierra donde se pueden aparcaar las ACs.
Alli encontramos un señor que amablemente nos esplicó las diferentes teorías acerca de los orígenes de, la que consideraba, la iglesia mas antigua y mejor conservada que tenemos en este País.
No se sabe a ciencia cierta si es del siglo Vi, VII o VIII. Tiene indicios visigoticos y mozárabes. Sus muros tienen un gran espesor y quizá ese haya sido el motivo de su conservación hasta nuestros días.
El suelo ha sido restaurado (sin mucha fortuna) lo mismo que una torre que la corona.
Era el final de unos días maravillosos...
Pero... que digo. ¡Ni la lluvia ni los finales pueden con LA BANDA PANDA!
Al ritmo de cantando bajo la lluvia volvimos a recorrer las calles de Toledo. Fue un final feliz de unos días que quedarán en el recuerdo.
Un saludo a todos
Javier Ecar
No hay comentarios:
Publicar un comentario