
El detenido, que tenía un negocio de desguace de vehículos a Sant Julià (Andorra), reconoce formar parte del grupo que asesinó un expolicia y chatarrero.
Las autoridades judiciales francesas han enviado a la prisión un residente de nacionalidad gala por la participación en el asesinato de un expolicia a las cercanías de Montpellier.El hombre confesó la implicación en unos hechos que sucedieron en agosto del 2008 y que han tardado más de un año y medio a ser resueltos del todo.
El coautor confeso del asesinato hacía una vida totalmente normal al Principado de Andorra tanto antes como tras el suceso. La colaboración de la policía judicial de Montpellier y el grupo de cooperación internacional del cuerpo de orden andorrano acabó fructificando en las pruebas de ADN practicadas en objetos que se encontraron a la nave de almacenamiento de chatarra que regentava la víctima, donde se perpetró el crimen.
Durante buena parte del año pasado la policía de Montpellier sospechó que uno de los coautores del asesinato podía tener vínculos en Andorra. La puesta en común de los datos entre los dos cuerpos de seguridad condujo a un hombre de 45 años que residía al Principado desde el 2004. Sin ninguna clase de antecedentes ni policiaco ni judicial ni en Francia ni en Andorra, el sospechoso hacía una vida muy normal en Sant Julià de Loira, donde regentava un negocio de desguace de vehículos y sus componentes. Pese a que había indicios que hacían creer que el residente francés era uno de los implicados ene el asesinato del chatarrero, los elementos no eran lo suficiente evidentes, según han explicado las fuentes consultadas, porque las autoridades francesas decretaran una orden internacional de búsqueda que culminara con la detención.
Seguimiento
En ausencia del requerimiento internacional, la policía andorrana no podía intervenir directamente. Por este motivo, integrantes del grupo de cooperación internacional del área de policía criminal iniciaron un exhaustivo control y seguimiento del sospechoso. De una parte, para mirar de recoger nuevos elementos que pudieran relacionarlo todavía más con los hechos ocurridos el 2008 a Saint-Jean-de- Védas. De otra, porque no huyera. Hace pocas semanas que la policía del Principado detectó que el sospechoso se disponía a entrar a territorio francés dónde sí que se le podía detener. Efectivamente, unas horas después era arrestado en Tolosa. En los interrogatorios a qué se le sometió el hombre reconoció que era uno de los miembros de la banda que había asesinado el expolicia en un intento de robo.
Los hechos
Prácticamente al mismo momento que se detenía el residente francés, también en territorio vecino se detenía otro sospechoso. De esta manera la policía judicial de Montpellier cerraba un caso que le había dado mucho trabajo. Un año antes s’habían practicado las dos primeras detenciones. La relación del residente con los otros tres coautors no trascendió ayer. El resto sí que tenían elementos en común. De hecho, los dos primeros arrestados eran germanos. El caso se remonta al 4 de agosto del 2008. Cerca de las diez y media de la noche los cuatro hombres ahora encarcelados se presentaron en la nave de quien resultaría muerto sabedores que en la caja fuerte podría tener unos 200.000 euros. La intención era el robo. Lo que no sabían era que el expolicia se había instalado en la nave y vivia alli, puesto que desde hacía unas semanas al negocio desaparecía material. Cuando oyó los golpes que provocaban los delincuentes para mirar de entrar, el expolicia apareció con dos escopetas de caza y hubo fuego cruzado. Los cuatro delincuentes redujeron el propietario de la chatarreria (que presentaba algún disparo al cuerpo). Lo ataron, lo golpearon y se dispuonían ya muerto a quemarlo cuando aparecieron unos vigilantes alertados por una alarma silenciosa. Rociado de gasolina, lo introdujeron en el maletero de su vehículo y huyeron.
UNA VEINTENA DE DETENCIONES
Hace poco más d’un año, la policía francesa procedió a detener una veintena de personas casi de golpe. Todas eran sospechosas de haber participado en los hechos porque su ADN había quedado registrado en unas prendas de ropa que se encontraron en el lugar de los hechos. Al final sólo tres de los arrestos salieron adelante y, más tarde, otro se dejó sin efecto. Los dos primeros detenidos vivían en la periferia de Montpellier, en una zona ocupada por autocaravanes dónde hacen vida numerosas personas de una determinada etnia. El hecho que entre ellos hubiera mucha relación y hubieran compartido una chaqueta hizo que aparecieran multitud de muestras diferentes. Y por eso el alud de detenciones en cascada que hubo.
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