Empecé a practicar el esquí por tradición familiar, de hecho mi abuelo fabricaba esquís. Mis padres tenían una autocaravana y los fines de semana nos íbamos a la nieve. Probé cuando tenía más o menos diez años y me encantó al experiencia. Así fuí acumulando horas de esquí, poco a poco. Mi padr, sin saberlo, me hacía de guía. Después, con el tiempo, me puse en contacto con el equipo paralímpico, supongo que vieron en mí a una promesa y empecé competir a nivel deportivo.
Estaba muy nervioso. Sobre todo en mi primera competición internacional. Era en un Campeonato del Mundo en Suiza. La primera prueba fue un descenso y no se me olvidará la sensación de velocidad. Pero con los años ya he adquirido suficiente experiencia para afrontar las competiciones con tranquilidad y serenidad, que es fundamental.
Sí, es inevitable. Se trata de una cita complicada porque, a pesar de que todos los años competimos en la Copa del Mundo contra rivales que van a estar aquí (en Vancouver) también, los Juegos son diferentes. Es una carrera, aquí no cuenta la regularidad. Te juegas el trabajo de cuatro años ese día. Aunque hayas trabajado mucho, puede haber sorpresas y que alguien con el que no contabas tenga su día de gracia. En el esquí influyen muchos factores, además de la preparación, como puede ser, por ejemplo, la meteorología, y esas cosas no las puedes controlar.
De los primeros guardo un recuerdo buenísimo, eran mis primeros Juegos y la organización fue excelente. Además, hice podio en tres de las pruebas. De los segundos, los de Turín, todo lo contrario. Dos meses antes me rompí la tibia y el peroné en un Campeonato de Europa. En ese momento se te viene el mundo abajo, ves cómo se te escapa todo el trabajo que has estado haciendo cuatro años de las manos, así, de repente. Al final me recuperé anímicamente muy pronto y pude competir en la última carrera, aunque mermado. Fue un accidente grave pero deportivamente me realzó porque pasé en dos meses de caer lo más bajo a llegar y competir.
Desde luego. Aquí me quiero quitar la espinita. Llevo cuatro años trabajando para este momento y no han sido cuatro años fáciles porque en este tiempo la lesión me ha seguido dando guerra. Pero esperemos que el trabajo podamos culminarlo aquí.
La verdad es que nos hemos preparado mucho y muy bien, sobre todo este último año en el que hemos contado con más presupuesto por parte del Comité Paralímpico. Hemos hecho una de las pretemporadas más completas que recuerdo. Durante el verano en España viajamos un mes a Chile y en otoño nos concentramos en los glaciares de Europa. El trabajo está hecho y bien, pero no nos garantiza el podio.
Por supuesto, Miguel (su guía) y yo venimos a por medalla. Tenemos una trayectoria que nos dice que podemos estar ahí. Tenemos muchísima ilusión y el circuito de la Copa del Mundo ha sido como una preparación. Aquí vamos a dar el cien por cien.
En gigante. El eslalon se nos está atascando un poco y respecto a las pruebas de velocidad, desde hace un par de años nos encontramos un poco mejor.
Llevamos compitiendo juntos desde finales de 2002, debemos de ser una de las parejas que más tiempo llevamos por lo que hay una confianza máxima y un gran trabajo de coordinación. De Miguel destacaría su capacidad para transmitir tranquilidad en momentos críticos y confianza. Es una persona serena, con la cabeza muy bien amueblada y en un descenso a más de 100 km/hora confías absolutamente en él.
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