
Todos huyeron e intentaron esconderse pero uno -el hoy condenado- fue capturado. Como se recoge en la sentencia, cuando los agentes lo apresaron todavía llevaba consigo cuatro botes de spray de color rojo, negro, amarillo y dorado, los mismos que integraban los graffiti de los coches. Por si fuera poco, el chico, de entonces 21 años, tenía las manos manchadas de pintura de los mismos tonos, lo que sirve a la magistrada para apreciar indicios suficientes de culpabilidad aún cuando no existió ningún testigo que viera directamente al acusado pintar sobre los coches.
“Orgulloso” > Si en el juicio, el joven aseguró que únicamente había estampado su firma en la chapa de un coche, sobre los dibujos que habían elaborado sus compañeros, el testigo que lo descubrió precisó que le había visto tomar fotografías como si estuviera “orgulloso de la obra”. Fue este hombre quien señaló a la Policía el lugar donde los jóvenes se habían ocultado, y llegó a identificar al acusado como uno de los vándalos. Ahora, el joven abonará por los destrozos una multa inferior a los 600 euros, pero deberá además asumir el coste de la reparación de la chapa de tres de los vehículos, lo que suma otros 1.800 euros. No se acerca, sin embargo, a la cantidad que inicialmente reclamaba la Fiscalía, más de 14.000 euros.
Beneficiado > La sentencia le culpa de un delito de daños y una falta continuada del mismo tipo, que deja fuera uno de los automóviles que aparecieron decorados con graffitis aquella mañana.
La razón, que el propietario de la furgoneta, una Mercedes 4.100, consideró que las pintadas, no sólo no dañaban su propiedad sino que le beneficiaban. Tal como manifestó durante el juicio el dueño, su vehículo “quedó mejor de lo que estaba”, con lo que ni ha borrado los dibujos ni reclamó por daños.
Fuente: El Ideal Gallego
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