
Aún faltaban más de cinco horas para el lanzamiento y un sinfín de coches,
autocaravanas, furgonetas y tiendas de campaña ya se agolpaban en las cunetas de 10 kilómetros de carretera que conducen al Kennedy Space Center a lo largo del río Banana, en Cabo Cañaveral.
Unas horas después, a las 4.30 hora local (10.30 en España), el director del lanzamiento del transbordador Endeavour,Mike Leinbach, anunciaba a la tripulación: «Hemos trabajado duro para evitar problemas con el tiempo, pero es demasiado dinámico. No nos sentimos cómodos lanzando la nave esta noche». «Lo entendemos, démosle otra oportunidad mañana», contestaba desde su puesto en el Endeavour el comandante de la misión, George Zamka. Las dificultades climatológicas podrían comprometer un aterrizaje de emergencia si fallara el lanzamiento.
No corren buenos tiempos para la NASA. La cancelación de lamisión 10 minutos antes de la hora prevista debido a la nubosidad en la zona dejaba los ánimos por los suelos en la sala de control. La decepción del equipo, que tendrá que trabajar durante la retransmisión de la Super Bowl en el nuevo lanzamiento, previsto para las 10:14 de hoy (hora española), sólo empeora la crisis que vive la NASA. El propio Leinbach se levantaba muy afectado de su puesto tras anunciar el retraso. «Ha sido una gran decepción», comentaba Jean-Jacques Dordain, director de la Agencia Espacial Europea (ESA), que participa en la misión, minutos después de la cancelación. El recorte presupuestario aprobado por Obama y el cambio de rumbo que está impulsando en la agencia espacial han dejado tocada a gran parte de la plantilla que trabaja en Cabo Cañaveral, que verá como 7.000 compañeros pierden su empleo este año. Sin embargo, el máximo responsable de la NASA, Charlie Bolden, es optimista sobre la privatización de los taxis espaciales. «El éxito de la NASA y de EEUU reside en que seamos capaces de impulsar a las compañías para lograr una nave que lleguemás allá de la Luna, algo que la NASA aún no tiene».
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