sábado, 6 de febrero de 2010

Un mes de baños de sol en la Costa de Granada: 300 euros

Al pasear por un camping de la Costa Tropical en pleno invierno -hay cuatro: Castillo de Baños, Don Cactus (Carchuna), Poniente y Playa Granada- una molesta sensación que se llama envidia corroe las tripas de cualquiera. Mientras que unos doblan el espinazo, los habitantes de estos establecimientos turísticos, se tumban al sol a dejar pasar el tiempo, a leer o a hacer un sudoku. Son extranjeros jubilados que huyen del frío y viven a base de inyecciones regenerativas de sol y tranquilidad. En los campings del litoral granadino han encontrado un refugio donde pasar los inviernos a precios muy económicos y rodeados del sabor y el gracejo español que tanto les entretiene. 

El camping Don Cactus tiene ahora un 95% de ocupación. Sus clientes, en invierno, son casi todos extranjeros menos algunos campistas de fin de semana que llegan desde Granada o Jaén. En verano, el panorama cambia por completo y las calles de este 'poblado' se llenan de bullicio y de familias españolas. Los 'guiris' para entonces se han marchado. Desde Semana Santa ya se sienten amenazados por los autóctonos y su alto tono de voz. Ellos prefieren la calma aunque tienen relaciones exquisitas con los turistas nacionales: sonríen a sus niños como abuelitos adorables de cuento y derrochan la amabilidad que les fluye por sentirse como en el paraíso.

Los extranjeros llegan con sus autocaravanas, montan su porche y se disponen a ver pasar los fríos inviernos de su tierra de lejos, muy de lejos.

Esta forma de exilio es apta para pensionistas porque tanto en Don Cactus como en Poniente, el mes, para dos personas, ronda los 300 euros. En verano las tarifas crecen y un mes saldría por 900 euros, según indica Carmen López, propietaria del camping Poniente.

Helen y Giorgio chapurrean español tras sus años de experiencia costera. Son de Holanda y dicen que allí, ahora, «hace mucho frío. Bajo cero». Conocieron el camping de Carchuna en una revista de su país, y ahora pasar los meses aquí les encanta. «El clima y las personas son especiales», dicen con agrado y afrontando el viento en ropas veraniegas y sin despeinarse.

La crisis no frena a estos matrimonios amantes de los rayos solares que pagan sus estancias con la pensión. «Algunos la tiene de 400 euros y hay otros que hasta de 11.000», cuenta como anécdota Álvaro García gerente de Don Cactus y Castillo de Baños.

En el camping de Carchuna todo está pensado y adaptado a los extranjeros: hay prensa internacional y se dan clases de español y de salsa. Las lecciones de 'spanish' son para manejarse por los comercios de la zona, aunque según cuenta Álvaro, a ellos les hacen falta pocas guías. «No paran, recorren todo. Conocen Los Guájares y una vez me encontré a unos en el camino entre La Garnatilla y Jolúcar. No sé cómo encuentran esas cosas».

El propietario de estos dos campings apunta que hay una cosa que les vuelve locos a todos: las naranjas. Colgados de las autocaravanas tienen todos un saco de esta fruta que compran en Lecrín. «Hemos ido al restaurante Los Naranjos y hemos comprado allí. Hacemos mermelada con las naranjas», explica Eric, de Dinamarca, que recientemente ha invitado a sus vecinos de parcela a churros, algo desconocido para los recién llegados.

Álvaro García indica que la clave de que a los campings no les haya tocado la crisis de lleno es la fidelidad de los clientes. A quien le gusta este tipo de turismo no renuncia a él y por eso ha notado un descenso de ocupaciones de un 1%, algo simbólico comparado con los hoteles u otros negocios turísticos. El gerente de Don Cactus aclara que no están llenos porque la gente que no tiene dinero para ir a hoteles acuda a ellos. Los que se hospedan en un camping lo hacen porque entra dentro de su filosofía de vida, porque disfrutan al aire libre y valoran los vínculos sociales y afectivos que se crean, entre otras cosas.

«Nos encanta. Ahora vamos a cocinar para todos. Es que, quedarte en Granada te sale más caro», comenta un grupo de amigos de la capital que pese a la crisis no renuncia a dormir a los pies de la playa de Carchuna, en un oasis entre un mar de invernaderos.

Cuenta Álvaro García que Don Cactus está más enfocado a alemanes y nórdicos y Castillo de Baños a los ingleses, a los que adaptan el camping con una serie de detalles especiales para que se sientan cómodos. A estos sí que la bajada de la libra les está haciendo daño. Aún así, siguen disfrutando de sus meses con buen clima.

En Don Cactus hay un supermercado con un estante sólo con comida para 'guiris' y en el restaurante están acostumbrados a preparar cenas a las cinco de la tarde. No les gusta que les digan que mañana les resolverán los problemas y eso lo sabe bien la chica de la recepción que busca dentistas o coches de alquiler para ellos. Así, están en la gloria. «Me gusta el buen mantenimiento del camping y la Venta Luciano», apunta un campista holandés visitante de La Alpujarra como los demás. A Patrick y Simone que son de la Borgoña, además de la buena temperatura les apasiona «el Mercadona».

Carmen López, propietaria del camping de Poniente explica cómo ha habido que adaptarse a las nuevas tecnologías. «Hemos tenido que poner wifi porque ellos tienen portátil y se comunican con sus nietos por Skype», dice refiriéndose a sus clientes holandeses, suecos, franceses...

Dolores, una de las clientes fieles de este camping es una granadina que lleva viniendo 20 años y que ha criado allí a sus hijos. «Venimos porque nos gusta, sin pensar en lo económico», dice mientras barre su parcela para instalarse. Unas jóvenes francesas desayunan a lo grande a las puertas de un bungalow, hace sol, hay silencio, y el mar se divisa a lo lejos. Además, indica López, todos estos extranjeros dan vida al comercio local y a la zona. «Por cada 200 euros que gasten en comercios de Motril les regalamos una estancia», dice la propietaria de Poniente.

Unos vienen para bucear otros para jugar al golf en Playa Granada, todos para relajarse y disfrutar de la vida. Los campings de la Costa no son competencia, son amigos y todos se promocionan juntos. Ofrecen una parcela en la gloria. 

Fuente: Ideal.es

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