
Cuando en agosto de 1995 Jan Abascal pisó por primera vez las instalaciones el Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) de Vela de Santander, estas estaban vacías, sin muebles, sin barcos, sin gente... En aquel momento, el campeón olímpico de Flying en Moscú'80 no podía imaginar que en esa gran nave y en las aguas de la bahía que preside se iban a forjar algunos de los mejores momentos de la vela española. El CEAR, que es ya todo un quinceañero, luce en sus vitrinas campeonatos del mundo, continentales, nacionales y medallas conseguidas a lo largo de ocho juegos olímpicos. Detrás de estos éxitos hay: mucho trabajo, Jan Abascal siempre al timón y acompañado de una gran tripulación y las aguas de la bahía de Santander. Y por delante está el reto de volver a estar en los más alto en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
No son todavía las nueve de la mañana y en el CEAR se empieza ya a izar velas. Cinco o seis días a la semana, durante diez meses al año (de noviembre a septiembre) se repite la rutina. Los regatistas que este mes de marzo están viviendo en la residencia del CEAR (una docena) hace ya casi una hora que se han tirado de las literas para ir a desayunar a la minicocina anexa a las habitaciones. Es tan pequeña que recuerda a las que hay en los barcos o a las de las autocaravanas -hay algunos que preferimos la tierra firme-.
Los deportistas duermen en habitaciones de seis, mientras que los pocos entrenadores que residen de forma permanente en el CEAR, por eso de los galones, lo hacen en habitaciones dobles. Hay otros entrenadores y regatistas del equipo olímpico que tienen alquilados pisos en Santander, porque «es mejor vivir fuera de aquí, para desconectar un poco del barco», dice uno de ellos. En el el 'top one' están los regatistas olímpicos cántabros (Tara Betanzos, Pablo Santurde, Alejandro Ramos y Fernando Echávarri).
Son los únicos que viven en sus casas, e incluso disfrutan diariamente de la comida de sus madres, y además pueden entrenar en una bahía que conocen como la palma de su mano. Estos últimos fueron los que más agradecieron que en 2005 la Federación Española de Vela tomase la decisión de trasladar al CEAR de Vela de Santander toda su infraestructura olímpica y otros jóvenes valores.
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