jueves, 5 de agosto de 2010

El camión que haría feliz a Loquillo

Estoy valorando seriamente la posibilidad de comprarme un trasto así. La frase 'carretera y manta' me seduce tanto como a estos cuatro granadinos, que estrenan autocaravana.


Escupir a los urbanos, a las chicas meter mano, yo para ser feliz quiero un camión». Ya lo decían Loquillo y Los Trogloditas. Unos visionarios. Lo que pasa es que no entendía muy bien, a esas tiernas edades en las que 'El Loco' sonaba en mi casa, qué tenía un camión como para hacer feliz a una persona. Porque escupir a los urbanos -nada recomendable- y meter mano a las crías -las que se dejen- se puede hacer con y sin camión. Una Harley, un descapotable, una lancha, una moto de agua o un patinete como el de 'Regreso al futuro' sí que eran vehículos que me podían hacer feliz. Pero, ¿un camión? 

La respuesta me llegó sin previo aviso ventipico años después. Hace unos días, en Mazarrón. Divisamos desde el coche dos autocaravanas a la sombrica, aprovechando las oportunidades que brinda la madre naturaleza. Alrededor de ellas 'revolotean' chavales que no pasan en ningún caso los 35 años. Yo me imaginaba otro tipo de fisionomía en los amantes-tipo de la caravana, así que bajamos del carro con un cosquilleo cotilla inconfundible. Aquí hay tema. Son Óscar, Manuel, Ana y Lucía, cuatro amigos granadinos que tienen una semana de vacaciones por delante. Las primeras a bordo de semejante trasto. Me dice Óscar que son cuatro culos inquietos. Que querían aventura. Que se han comprado las dos caravanas (una cada parejita) después de buscar mucho en las gangas de segunda mano. Y que están felices como perdices comiendo codornices. 

Su primera experiencia con esta casa sobre ruedas no les puede estar dejando mejor sabor de boca. Óscar nos abre las puertas de su 'casa veraniega' para que palpemos de lo que estamos hablando. Al entrar en el mamotreto, todo cambia. Parece un estudio de diez metros cuadrados, con el volante al fondo, pero tiene de todo. Absolutamente de todo. Cocina a gas, fregadero, neverita, microondas, baño totalmente equipado, televisión, una mesita con dos sillas, una cama de matrimonio y hasta aire acondicionado. De repente me doy cuenta de que estoy sintiendo envidia. Y de sana, nada. Óscar y su chica se han montado una casa dentro que es digna de estudio. Pensar en que, con todas las comodidades propias de una casa, se pueden recorrer toda las playas que se le pasen a uno por la cabeza, en función del tiempo disponible, es como abrazar la libertad. Como poner cuatro ruedas al suelo de tu pisito y llevarte la casa allí donde quieras. En verano, en invierno o cuando decidas escaparte un fin de semana. Las ganas de comprarme la caravana de las narices van en aumento. Lo malo es lo de mis ingresos, que no llegan. 

Ellos salieron de Granada y en sólo siete días van a visitar Mojácar, Mazarrón, La Manga, Alicante y Benidorm. Además, el 'cacharro' no gasta «más que una furgoneta normal. No mucho». ¡Encima! Mientras nos lo explican, Edu ejerce de guía turístico gratuito y les habla de la isla de Tabarca. «Pero que no se os olvide la sombrilla, muy importante», les aconseja. Si es que eres grande, pijo, y se nota que te quemaste en una de las tuyas. 

Óscar y Manolo me siguen poniendo los dientes largos con los planes de la semana. Aunque, ciertamente, lo de los planes es mucho decir. Hacen lo que les place cuando se levantan por la mañana. Señor, ¡quiero ser 'hippie'! Ellos no lo son. Son chavales currantes, apasionados del motor, que viven una experiencia nueva y, para muchos, envidiable. 

¿Quién me vende una caravana baratita, a plazos, y que no sea como la de Homer Simpson?

Fuente: laverdad. es

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