martes, 19 de octubre de 2010

Adaptarse al frío Cantábrico

Una piscina descubierta, galerías semi abiertas en la última cubierta, una zona de juegos infantiles prácticamente al aire libre... El Cap Finistére fue un barco diseñado para viajar por el cálido Mediterráneo; de hecho, pasó sus primeros diez años de vida trasladando pasajeros entre Italia y Grecia.


Por eso ahora, que le toca lidiar con latitudes más frías, será sometido a un profundo lavado de cara para aclimatarse a su nuevo destino. Además, se aprovechará para renovar la decoración e incluir más camarotes de lujo.

El suelo enmoquetado y la decoración, en tonos suaves, evocan la quietud de los antiguos viajes a bordo de transatlánticos. La oferta a bordo, aunque reducida, está cuidada al detalle: tiendas, un pequeño supermercado, dos salas de cine, un salón de belleza donde arreglarse las uñas, una coqueto piano-bar... Y los restaurantes, verdadero orgullo de Brittany. Todo a bordo del Cap rezuma encanto; sin grandes lujos ni ostentaciones, sus coquetos rincones con sillas y butacas, perfectos para leer un libro con el mar o disfrutar de una agradable velada, su cuidada decoración con delicados cuadros en prácticamente todas las paredes, hacen que este buque tenga un encanto especial. Las habitaciones de lujo, espacioso y con espectaculares vistas a proa; incluso los pequeños camarotes son funcionales pero muy cuidados. Muy cozy -acogedor, en inglés-, como lo describe una de las empleadas que atiende el mostrador de recepción, Isabel Ortega Rivas, "aunque no suene francés", bromea esta bretona. Y es que todos los empleados de Brittany Ferries, que mantiene el mismo espíritu con el que se fundó hace ya casi 40 años, siguen siendo bretones. Su creación guarda una curiosa historia: cuentan que los agricultores bretones, cansados de tener que exportar sus coliflores y alcachofas a través de las líneas marítimas del Canal de La Mancha, decidieron fletar sus propios barcos. La idea prosperó, pero el problema era que los barcos volvían vacíos; entonces pensaron en ofrecer pasajes a los británicos que quisieran viajar a Francia. Fue todo un éxito y actualmente sigue siendo una cooperativa, con sede en la pequeña ciudad de Roscoff donde se fundó.

Aunque las imágenes que ilustran este reportaje reflejan la imagen que actualmente luce el Cap, poco tiene que ver con la que tendrá cuando llegue a Bilbao. Se someterá a una profunda reforma, retocando los acabados de prácticamente todos los rincones; se ampliará el número de camarotes de lujo y los que permiten viajar con mascotas, y se cubrirá la última planta, donde está la piscina, dos bares con terraza, amplios espacios de estancia y la guardería, más acorde con las travesías entre Santurtzi y Portsmouth.

Prueba de la importancia que tiene el transporte de camiones y coches es el espacio destinado a la carga: hay cinco parkings, por tres plantas de camarotes. Tras esperar pacientemente en una amplia explanada exterior, camiones, turismos, motos y autocaravanas se distribuyen a través de las cubiertas como de un sudoku se tratara. El Cap está a punto de zarpar de Santander; pronto lo hará desde Santurtzi.

Fuente: deia. com

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