domingo, 18 de julio de 2010

AVILES: Tras el diluvio, el paro - Empresas y familias ven comprometido su futuro por el retraso en el arreglo de daños un mes después de las inundaciones

Hace poco más de un mes cayó el mayor diluvio que nadie recordaba en la comarca. Unas semanas más tarde, aquellos que más sufrieron las consecuencias de las fuertes lluvias tratan de recuperar la normalidad. En muchos de esos casos, la incertidumbre se ciñe sobre su futuro laboral o el de sus negocios ante la tardanza de las necesarias reparaciones.
En la mayoría de situaciones, los consultados por este diario coinciden en destacar la falta de sensibilidad de las administraciones públicas, que apenas se han limitado a cumplir con los mínimos exigibles, nada que compense el riesgo de perder el resultado de los esfuerzos de toda una vida. Algunos incluso se han planteado movilizarse en demanda de soluciones.
«Parece que lo único que importa es Alcoa. Los pequeños negocios, mejor nos apañamos solos», afirmaba, dolido por la falta de apoyos con que se ha encontrado tras los sucesos del mes pasado, un pequeño empresario gozoniego. En su caso, aún no se ha terminado el papeleo, las idas y venidas, las llamadas, las visitas de peritos, las gestiones a los que obliga la tramitación de las reparaciones en su negocio ante la compañía aseguradora.
El suyo es uno más de las decenas de ejemplos que se dieron tras aquella noche del 9 al 10 de junio que acabó con el trabajo de mucha gente. En algunos casos, lo peor empieza a llegar ahora con la tardanza en reponer las infraestructuras dañadas. En la zona de Carcedo, en Soto del Barco, aunque en su límite con Castrillón, trabajadores de algunas pequeñas empresas se enfrentan ya una temporada en el paro por la pérdida de clientes que ha supuesto el nuevo corte en la carretera que comunica el área.
Allí, un mes después, el panorama resulta aún más desolador que en Gozón. Un argayo se llevó media calzada de la N-632, inutilizando el acceso a través de esa vía al aeropuerto, y aislando a decenas de vecinos y a varias empresas. «Todavía no se sabe nada. Hay rumores, que no dejan de ser rumores, de que a lo mejor vienen a reparar la carretera cuando terminen en Salas», afirmaba días atrás la empleada de una empresa de la zona.
En ese área, el pasado mes de junio llovió sobre mojado. El argayo se sumaba al corte de la misma carretera, apenas unos cientos de metros en dirección al Alto del Praviano, por las grietas aparecidas ya en diciembre de 2008. De ese modo, la gasolinera y el restaurante de Carcedo, en su día auténticos puntos de referencia de la ruta hacia Galicia, son el fondo de un callejón sin salida.
«Vienen los conocidos. Esto es la ruina», afirma un empleado antes de hacer alusión a la importante inversión recientemente realizada en el establecimiento hostelero para mejorar sus instalaciones y ofrecer servicio de parrilla a la clientela.
«No todo el mundo viaja por la autopista. Mucha gente, turistas, gente con autocaravanas, utilizan las carreteras generales y paraban mucho en esta zona. Este verano lo pueden dar por perdido», comenta un vecino.
Al otro lado del derrumbe de tierras, a apenas doscientos metros de la gasolinera, se encuentran las primeras viviendas de la zona, que también sufren las consecuencias de la falta de agilidad del Ministerio de Fomento a la hora de reparar el vial. «Antes ibas directamente por la carretera en dirección a Avilés. Ahora lo más rápido es subir al aeropuerto y allí coger la autopista», afirman acerca de un rodeo que les supone una notable pérdida de tiempo y dinero.
Pero, desde luego, no es esa la consecuencia más grave de la tardanza en la ejecución de las necesarias reparaciones, y la merma de actividad en la zona por la incomunicación del área ya empieza a tener consecuencias en el empleo. 
Cortar la autopista 
Ante esa situación, los residentes en el área ya han llegado a barajar la posibilidad de movilizarse a la espera de que la Administración actúe y agilice al máximo la reparación de todo el tramo de la N-632 que une Vegarrozadas con Soto del Barco. «Hay quien ya ha hablado de subir a cortar la autopista», afirmaba un vecino, quien sospecha que precisamente no será hasta que ocurra un suceso de ese tipo cuando desde Fomento se tomen cartas en el asunto. «Si hay un accidente que corte la autopista, ¿por dónde van a desviar el tráfico? ¿Por dónde piensan llevar a la gente al aeropuerto?», añade la misma persona.
Pero si en Carcedo las consecuencias negativas de las lluvias aún no han cesado, en otras áreas los damnificados han comenzado a recuperarse sin que hayan intervenido en ello las Administraciones público. O tal vez por ello.
«Nosotros tuvimos que tirar 400 puertas», afirma Vicente Lorenzo, de Lomar Carpinteros, uno de los talleres del polígono de Maqua que más se vieron afectados por las lluvias. En su caso, también se las han tenido que apañar a solas con sus seguros. «Por aquí no vino nadie», afirma al ser preguntado por el trato recibido por las autoridades. Ahora, se encuentra a la espera de que se vayan solventado todas las cuestiones pendientes con los seguros, y que terminen las reparaciones de la gran cantidad de maquinaria y herramientas que inutilizó la lluvia.
En circunstancias similares se encuentra Manuel Ángel García, vecino de Zeluán, que durante una noche temió por que su casa y su taller de carrocería se vieran engullidos por la ladera aneja. Finalmente, la cosa no fue a mayores y todo quedó en un gran susto, y un gran papeleo que no ha terminado. «En nuestro caso, no podemos tener queja de la rapidez con la que actuaron desde el Ayuntamiento en lo que estaba en su mano. Restituyeron el suministro de agua y de luz rápidamente, y cualquier cosa que se necesitó, allí estuvieron. Otra cosa es lo que se sale de sus competencias», indica García, quien no entiende, no obstante, que tras lo ocurrido aquellos días no se hubiera declarado el concejo como 'zona catastrófica'.
Muchos vecinos de la zona se preguntan si una declaración de ese tipo habría contribuido a acelerar la reparación de las carreteras que recorren el Cabo Peñas. En algunas se ha logrado habilitar la calzada, inutilizada tras las lluvias, como la que une el polígono de Maqua con las canteras de El Estrellín. Pero en la mayoría siguen a la vista los efectos de la tromba de agua. La única diferencia es que, con los calores de estos días, se ha evaporado el agua que anegaba la calzada. Pero las cunetas siguen en mucho puntos cubiertas por la tierra arrastrada por el agua. 

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